Publicado originalmente por Autism Asperger's Digest Magazine y Traducido por: Alexandra Temple
En artículos previos exploramos el rol vital que tiene el pensar acerca de las personas con las cuales nos estamos comunicando para lograr interacciones exitosas. Cómo nos relacionamos con las personas está basado en lo que sabemos acerca de ellos: de nuestros recuerdos previos (nuestros “archivos de personas”) y de pistas de la situación actual. También exploramos la idea de que “pensamos con nuestros ojos” para evaluar una situación social.
El siguiente artículo ha sido traducido con la intención de captar el significado original deseado. Al leerlo, por favor tenga en cuenta que en la traducción muchas veces es difícil captar la sutileza del significado deseado. Sin embargo, esperamos que la mayoría de los conceptos sean fieles al original.
En artículos previos exploramos el rol vital que tiene el pensar acerca de las personas con las cuales nos estamos comunicando para lograr interacciones exitosas. Cómo nos relacionamos con las personas está basado en lo que sabemos acerca de ellos: de nuestros recuerdos previos (nuestros “archivos de personas”) y de pistas de la situación actual. También exploramos la idea de que “pensamos con nuestros ojos” para evaluar una situación social. Miramos los ojos de otros para adivinar que pueden llegar a estar pensando (basado en lo que están mirando) y también usamos nuestros propios ojos para proveer pistas sociales de que estamos atendiendo a lo que se está diciendo. El cuarto y último paso de comunicación se relaciona con cómo utilizamos la información obtenida de los otros pasos para relacionarnos con nuestro compañero de interacción. Interesantemente, es solamente en este último paso donde introducimos el lenguaje.
Es importante destacar que nuestras estrategias de comunicación basadas en el lenguaje varían enormemente de una situación a la otra. Tomate un minuto para pensar cómo varía nuestro lenguaje social. Utilizamos un estilo de comunicación cuando estamos contestando la pregunta de una maestra en el aula, y un estilo muy diferente cuando estamos teniendo una discusión seria acerca de cómo resolver un problema, y un estilo enteramente diferente de conversación cuando estamos compartiendo tiempo de ocio con nuestros pares. Cada situación tiene su propia “personalidad comunicativa” y “reglas ocultas” de comunicación asociadas. Una vez dicho esto, no importa la situación, las personas que se comunican más efectivamente con otros monitorean y ajustan su lenguaje para demostrar que están pensando en la persona con la cual se están comunicando. Los que hablan, pero solo parecen estar pensando en sí mismos, o sus propios intereses, rápidamente descubren que es difícil encontrar personas dispuestas a conversar con ellos.
Diana es una niña brillante de 6 años de edad que tiene Síndrome de Asperger. Ella es altamente verbal, con un vocabulario desarrollado mucho más allá de lo esperable para su edad. Habiendo trabajado con Diana previamente, sabía que no se relacionaba bien con otras personas, a pesar de que hablaba mucho. Mientras observaba a la fonoaudióloga de Diana trabajar con ella, me di cuenta de que ella asumía que Diana comprendía mucho del proceso de comunicación probablemente porque Diana hablaba tan bien. Es un error común cometido con nuestros chicos de alto funcionamiento. Nosotros asumimos que el lenguaje equivale a comprensión social, pero no es así. Yo quería que la terapeuta de Diana tenga una imagen clara de la falta de perspectiva de Diana cuando ella hablaba, así que me senté a la mesa frente a Diana y le pregunté si le gustaría hablar conmigo de química. Diana aceptó fácilmente, y comenzó a contarme todo lo que sabía de la materia. Ella aparentaba estar mirándome mientras hablaba, pero yo percibí que no estaba realmente pensando en mí. A medida que Diana continuaba hablando yo comencé a mirar alrededor de la habitación de manera evidente. Como ella parecía no notar que no le estaba prestando atención, lentamente me levanté de la silla, caminé hacia la puerta, salí y cerré la puerta. Diana no hizo ninguna pausa; ella continuó hablando a mi silla vacía (según lo observado por su fonoaudióloga).
Diana no estaba “conversando” o “comunicándose” conmigo; ella estaba haciendo lo que yo llamo “descargando información”. A los adultos les puede resultar bastante encantador escuchar a nuestros pacientes exponer acerca de un tema, pero su grupo de pares está mucho menos interesado en vincularse con una persona que no parece notarlos ni relacionarse con ellos como individuos.
Para comprender la comunicación basada en el lenguaje y las expectativas relacionadas con la misma, primero debemos explorar nuestra propia psicología comunicativa. A pesar de que rápidamente podemos señalar cuan “centrados en sí mismo” o “ego-céntricos” aparentan ser las personas en el espectro autista, note que cada uno de nosotros mismos somos en realidad bastante ego-céntricos. Quizás “filtramos” cómo nos relacionamos con la gente mejor que aquellos con desafíos en el aprendizaje de la comunicación social, pero aún queremos que la gente preste atención a lo que estamos diciendo y se interese por nuestros pensamientos y opiniones.
Las personas con las que elegimos “andar” o “jugar” son generalmente personas que nos hacen sentir bastante bien acerca de nosotros mismos. Ciertamente nuestros amigos son personas que hacen esto. Cuando alguien demuestra un interés activo y sostenido en nosotros generalmente nos sentimos mejor acerca de esa persona. Si nos sentimos bien acerca de una persona pensamos en ella como “amigable”. Contrariamente, cuando no nos sentimos bien en una interacción, podemos pensar en esa persona como “poco amigable”. Nuestro lenguaje social nos ayuda a crear relaciones socio emocionales más profundas. O nos separa de las mismas.
Jacob es un joven intelectual de secundaria con Síndrome de Asperger que una vez declaró que “no quería conversar con alguien de su misma edad porque ellos (sus pares) no tenían nada para enseñarle a él.” Jacob no era consciente de que las discusiones en el aula eran muy distintas de las conversaciones sociales. Para él había una única razón para conversar: para aprender algo. Observa tus propias conversaciones con amigos y notarás que frecuentemente tienes una conversación que es de poca importancia intelectual. Tus intercambios verbales probablemente se relacionan más con experiencias compartidas y comentarios sobre temas diversos (el clima, una película nueva, un novio, etc.) que con conseguir conocimiento científico o una nueva percepción intelectual. El propósito de nuestros intercambios conversacionales no es para devenir más brillante, sino para sentirnos emocionalmente conectados con personas de nuestra vida. Jacob no comprendía este punto en absoluto, y por consiguiente, se quedaba sin oportunidades para conectar con otros.
Incluso durante discusiones intelectuales las personas necesitan utilizar los cuatro pasos de comunicación, considerar la perspectiva de la otra persona y cómo la otra persona se está sintiendo acerca de la información compartida. He conocido a numerosos adultos con síndrome de Asperger que luchan por conservar sus trabajos. Son técnicamente inteligentes y muy capaces para manejar las tareas asociadas a su cargo pero se quedan cortos en el nivel social. Ellos no aparentan demostrar un interés sostenido por sus compañeros de trabajo. Ellos pasan mucho más tiempo hablando acerca de su propio conocimiento que mostrando apreciación por el conocimiento de la otra persona. En pocas palabras, ellos fracasan al relacionarse con las personas que los rodean, a pesar de que están activamente “hablando”. Por esta razón no se los considera como buenos miembros del “equipo”.
El mensaje que quiero destacar acerca del cuarto paso de la comunicación es éste: la comunicación verbal exitosa no es lo mismo que hablar. La comunicación real implica la habilidad para monitorear y relacionarse con lo que la otra persona está pensando y sintiendo, y ajustar nuestro lenguaje en consecuencia. Involucra aprender a demostrar interés en personas cuando podemos no estar verdaderamente fascinados con lo que están diciendo (llamamos a esto “hacer el falso social”) y aprender a elegir nuestras palabras cuidadosamente como para no ofender a nuestro par en la comunicación (por ej.: la semántica).
La comunicación basada en el lenguaje es una experiencia altamente emocional. Nuestros pensamientos llevan a emociones, nuestras emociones llevan a recuerdos sociales, y estos recuerdos nos ayudan a decidir si queremos o no incluir a las personas en futuras discusiones o conversaciones. Mientras que nuestros pacientes con desafíos en el aprendizaje social pueden tener dificultades asociadas para comprender y responder a sus emociones, igualmente sienten el dolor del aislamiento social. Incluso aquellos que quieren solamente hablar acerca de ciencia y tecnología desean alguien con quién hablar – alguien que demuestre un interés sincero por ellos. En nuestro próximo artículo exploraremos estrategias concretas para ayudar a nuestros pacientes a hacer esta conexión del lenguaje socio-emocional.
Traducido por: Alexandra Temple
Equipo Socializarte.